Quizás el nombre de David Rodríguez no le suene para nada, pero se trata de uno de los talentos más dotados de la nueva canción española, a quien se le conoce realmente como La Estrella de David. Apareció para mi conocimiento en ese estupendo álbum de La Bien Querida, su debut, el de nombre Romancero, ¡vaya joya! En realidad, él fue no sólo el arreglista de los primeros discos de quien en realidad se llama Ana Fernández-Villaverde, asimismo fue se pareja y guitarrista durante, al menos, los años que van de 2009 a 2017. Pero es el hecho de que recientemente ha lanzado un par de sencillos a manera de colaboración con otras dos voces femeninas destacadas —María Rodés y Soleá Morente—, lo que nos lleva a reparar de nuevo en él e indagar en su trabajo.
Surgido en bandas independientes como Beef, Bach Is Dead y Telefilme, Gutiérrez dio a conocer su trabajo debut como solista, El primer disco (El Ejército Rojo), en 2007. Cuatro años después, lanzaría su segundo, Maracaibo, con el sello barcelonés Canada, que también ha editado trabajos de Joe Crepúsculo, El Guincho y los chilenos Astro, entre otros. Consagración, en 2018, es el álbum que paradójicamente lo consagra, de hecho, sin duda el mejor producido y el que ofrece sus mejores composiciones. La revista RockDeLux lo destacó como uno de los mejores 10 hechos en España en ese año, y sobre éste escribió: “es un disco cai perfecto con once temas que apuntan en distintas direcciones y siempre sorprenden…”
Con respecto a sus nuevos dos sencillos, ambos editados por el activo sello Elefant, con sede en Madrid, “Zombi”, el que grabó junto a María Rodés, es una canción de aire folk, que arranca muy orgánica y se va revistiendo instrumentalmente a medida que avanza. La letra hace una analogía entre el personaje que le da título y el esposo que prometió compartir la vida con ella, la voz que narra la primera parte de la misma. Y, a mí no me importa, que seas como un zombie, canta Rodés en uno de sus versos, yo te sigo eligiendo a ti, para tener hijos y ser una familia feliz. Hacia su final, Rodríguez aparece en la canción para entablar un diálogo con ella, en el que se recrean las promesas de una pareja el día de su boda, y juntos, al unísono, le dan cierre.
Por su parte, “Fin de año”, con la voz mucho más andaluza de Soleá Morente, recapitula las vicisitudes de la vida de una mujer que parece ser ella misma, la cantante que se ha convertido en otra de las figuras centrales del nuevo flamenco pop, luego del éxito de su reciente Lo que te falta. Gutiérrez también aparece en un momento, en la que ambos afirman, a manera de declaración de principios, que hacer canción no tiene como móvil monetizar. Hacer lo que digo que quiero y no lo que hago, cantan los dos, Yo no hago esto por dinero…
Pero volvamos a Consagración, tremendo racimo de composiciones que abre a dueto con La Bien Querida, en esa “Me ha parecido que estuvo en mi cabeza”, una balada que combina sintes, bajo y guitarra y un aire de incertidumbre en su letra, como de alguien que no sabe muy bien qué ha pasado. “Cariño”, mucho más upbeat, es una delicia al oído, una canción de amor con beats y guitarras eléctricas que trazan une melodía hipnótica y contagiosa. “Noches de blanco satán” —cuyo titulo parodia aquella “Nigths of White Satin” de los Moody Blues—, devela el lado más noctívago, aventurero y excesivo de La Estrella de David. Salía solo por la moche a las diez, a meterme cocaína por ahí…, rezan sus primeras líneas. Y “La canción protesta” es un juego a partir de la frase que le da título, en la que Gutierrez repite: La canción protesta, y el cantante también. Composiciones colmadas de imaginación y humor, que resultan musicalmente frescas y contemporáneas y que dejan en claro que, como afirmé al arranque de este texto, Gutiérrez es uno de los talentos que impera escuchar de la España musical de hoy.
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