Mark Kozelek, el músico y cantante detrás de Sun Kil Moon, ha encontrado una forma muy singular de hacer canción, utilizando los relatos de su vida, musicalizándolos con distintas vestimentas sonoras y produciéndolos en ese formato, emulando esa rebelde manía de Dylan en la que su duración obedece al texto y no las reglas de la industria ni a las formas establecidas. Ello le permite estar creando de tiempo completo y darnos, al menos, un álbum al año, muchas veces dos, e incluso tres.
Su trabajo más reciente, ya de este 2021, se llama Lunch In The Park. Se trata de una serie de canciones que describen la forma en la que Kozelek ha transitado el confinamiento por la pandemia, atendiendo el mundo que gira a su alrededor, escribiendo y componiendo. En las 10 obras —decirles “canciones” parece ya una cosa inapropiada— que contiene, nos enteramos que lee obsesivamente a John Fante, su novela Llenos de vida —de hecho, hay un track, “Full of Life”, inspirado en ella—; también a Henry Miller. Además atiende la cría de un pichón en la azotea de su casa, manifiesta constantemente el amor que guarda hacia su pareja —a ella dedica su “A Love Song”— , sufre una crisis de la mediana edad (tiene 54 años) y ha hecho un viaje de San Francisco, la ciudad donde vive, a Ohio, para visitar a sus padres.
Pero traduzcamos algunos de sus párrafos para entender más a fondo una obra que exuda vida con la sencillez y transparencia con que Kozelek impregna sus relatos de cotidianidad.
“Ain’t That a Thing” (¿No es eso algo?), su primer corte, uno con acompañamiento electrónico de corte atmosférico, recrea las muchas informaciones que han asaltado la cabeza de Kozelek, como para darnos contexto de qué ha estado haciendo los días más recientes. En uno de sus versos escribe: Entonces finalmente me levanto y camino al parque Lafayette o al Acuático / O camino en círculos por la marina de día, y a veces justo antes de que oscurezca / Preguntándome qué sigue para mí en este nuevo mundo en que vivimos. En algún momento, Joan Wasser (Joan As Police Woman) entabla un diálogo con Kozelek, evidenciando los recursos literarios de los que echa mano en su trabajo. “Full of Life”, la segunda, de más de trece minutos de duración, aborda el tema del racismo en su país y las muchas injusticias alrededor del mismo, dando cifras sobre éste en el tono reflexivo de muchos de sus relatos. Allí afirma: “Eso de Black Lives Matter, para mí debería ser Black Lives Metter A Lot! (…) A dónde iría la música sin Robert Johnson, Louis Armstrong, James Brown, Isaac Hayes, Marvin Gaye, Michael J, NWA, HR de Bad Brains, Fats Domino, Chuck Berry, Sammy Davis y Miles Davies? Al final, Kozelek aporta información sobre una investigación realizada a propósito de varios crímenes en Nueva Orleans y saca conclusiones. Sus “canciones”, en ese sentido, también adquieren un tono periodístico a momentos, desbordando todos los moldes.
“Plywood Storefront Summer” (Verano de escaparates de aglomerado), tejida también con beats, habla sobre su amor por la noche: “Camino de noche / Siempre camino de noche / Porque amo la noche / Abrazo la noche / Pero no hay demasiadas cosas abiertas de noche / Ya sabemos que nada bueno pasa después de medianoche / Si fuera presidente los centros comerciales de antigüedades estarían abiertos toda la noche / Así podría comprar victrolas a las 4 de la mañana / Así podría comprar porcelana china alas 4 de la mañana…”
Y en “Canadian Geese”, se autodefine a sí mismo, aludiendo al momento y la crisis que vive, con estas palabras: “Ahora, mi único propósito es seguir haciendo arte y ser la mejor persona que pueda ser para ti, y para todos los que conozco”. Palabras sinceras para un compositor visionario que experimenta desde distintos flancos reinventando tanto los usos como las formas de la canción.
LAT