Sidonie-Gabrielle Colette, o simplemente Colette, fue una mujer polifacética que se desempeñó como actriz y periodista, y hoy es considerada una de las novelistas francesas más populares de principios del Siglo XX. Como verdadera pionera, famosa y celebrada en todo el mundo, se atrevió, a lo largo de su carrera artística, pero también en su vida personal, a asumir posiciones polémicas, incluso escandalosas, para la Francia de su época. Abiertamente bisexual, Colette reivindicó a través de sus novelas temas que la distinguieron radicalmente de sus contemporáneas, como la emancipación femenina y los placeres de la carne. Sus palabras, siempre justas, sencillas y clamando la verdad, todavía resuenan con fuerza en la memoria colectiva.
Nacida el 28 de enero de 1873 en Saint-Sauveur-en-Puisaye, Borgoña, fue la hija menor de una modesta familia. Adorada y mimada por su madre, quien le transmitió la pasión por la libertad, el juego y la aventura, vivió una infancia muy feliz en su lugar de nacimiento. Si su madre, feminista convencida y atea, quería darle una educación bajo el signo del laicismo, la joven Gabrielle también descubrió el placer por las letras, por el francés y por la escritura de su padre, un ferviente lector de los diarios.
Todavía adolescente, conoció a Henry Gauthier-Villars, un crítico musical y autor popular en ese momento. La joven cayó rápidamente bajo el hechizo de este seductor empedernido conocido como “Willy”, y se casó con él el 15 de mayo de 1893, a la edad de 20 años. La pareja se mudó a París, al último piso del edificio de la editorial Gauthier-Villars, de la cual su marido era parcialmente dueño. Willy, impresionado por el talento de su joven y tímida esposa, la introdujo rápidamente en los círculos sociales de la capital francesa, donde poco a poco comenzó a hacerse un nombre entre los novelistas y músicos de la época.
Pero el joven Don Juan tampoco dudó en utilizar a Colette como fuente de inspiración para sus propias novelas. Así le pidió, en 1895, que escribiera sus recuerdos de infancia; la novela, que aparecerá bajo el título de “Claudine en la escuela”, será la primera de una serie. Ante el rotundo éxito de la primera novela, Willy animó a su mujer a producir otros tres libros: “Claudine en París” (1901), “Claudine en familia” (1902) y “Claudine se va” (1903). Al mismo tiempo, el joven asegura haber recibido los manuscritos de un anónimo, lo que contribuye a avivar el misterio en torno a la existencia de la tal Claudine.
Cansada de este clima de “dominación” conyugal, al que se suman los diversos amoríos de su esposo, Gabrielle Colette se libera del yugo de Willy y se separa de él en 1906, antes de iniciar una relación sentimental con la baronesa Madeleine Deslandes. Símbolo del final de una historia, Colette firmará su nombre en la última novela de la serie de Claudine, “El retiro sentimental” (1907).
Para ganarse la vida, Colette también comenzó una carrera en el music hall, actuando en espectáculos de pantomima. Con frecuencia, sus presentaciones eran consideradas polémicas y escandalosas debido a sus atuendos ligeros y a sus relaciones lésbicas con la actriz Mathilde de Morny, conocida como “Missy”. Estos años en el mundo del entretenimiento, Colette los vivió como una verdadera liberación moral después del fracaso de su primer matrimonio.
En 1912, después de la muerte de su madre, se casó por segunda vez con el periodista Henry de Jouvenel, quien le asignó algunos trabajos de escritura para el rotativo “Le Matin”. De esta unión nacerá su única hija, Colette Renée de Jouvenel, cariñosamente apodada “Bel-Gazou”. Pero en 1923, cuando su esposo la engañó y la propia Colette comenzó un romance con el hijo de su esposo, la pareja optó por el divorcio. Novelas como “Querido” (1920) o “El trigo tierno” (1923) retomaron con alegría estos temas. En 1925, Colette conoce a su tercer marido, Maurice Goudeket.
En ese momento, ya era una escritora reconocida y realizada que, durante varias ediciones, presidió el jurado del premio literario La Renaissance. Su estilo, ordenado, con precisión y elegancia, encuentra el apoyo de un público no acostumbrado a leer sobre sensualidad y emancipación femenina.
Pero fue después de la Primera Guerra Mundial cuando realmente explotó la notoriedad de Colette. Elegida por unanimidad para la prestigiosa Académie Goncourt, que presidió en 1949, publicó sus obras completas en 15 volúmenes, algunos de los cuales, como “Gigi” (1944), fueron adaptados para el teatro y la televisión. Luego, los premios y las distinciones llegaron. En 1953 fue nombrada Gran Oficial de la Legión de Honor Francesa.
Inmovilizada en 1943 por una poliartritis que la llevó a perder sus facultades motoras, la vida de Colette dio otro giro. En cama, pero apoyada por su marido, prosiguió su obra literaria desde la ventana de su apartamento parisino, que le ofrecía una auténtica puerta de entrada al mundo exterior. A finales de la década de 1940, plagada de enfermedades, su producción disminuyó gradualmente.
Murió el 3 de agosto de 1954 en París. A pesar de la negativa de la Iglesia católica por darle un entierro religioso, Francia honró a su popular novelista, convirtiéndola en la segunda mujer, después de Sarah Bernhardt, en obtener un funeral de estado en la Cour d'Honneur del Palais-Royal. Hoy en día, numerosas asociaciones y museos, entre ellos la Société des Amis de Colette, conservan vivo el recuerdo de una de las más grandes mujeres que han surgido en la literatura francesa.
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