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Zona diversa

Conoce la trayectoria de Jorge y Óscar Lupercio los maestros del estilo

Omar Gómez

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Guadalajara se ha convertido en un referente para la industria de la moda, aunque su posicionamiento no se logró de la noche a la mañana. El antecedente directo de esta odisea, por extraño que parezca, se encuentra en los violentos sismos que sacudieron la Ciudad de México en 1985. En ese momento, llenos de terror, muchos capitalinos decidieron emigrar a otras ciudades de la República, entre ellas estuvo Jalisco. El éxodo trajo consigo profesionistas que vieron en la Perla Tapatía el potencial necesario para transformarla en un bastión de la moda.

Aquí encontraron gente atractiva con diversos rasgos étnicos, diseñadores con propuestas novedosas, maquillistas de avanzada, estilistas arriesgados y otras personas con el talento necesario para lograr sus objetivos. Sin embargo, para su sorpresa también descubrieron que todo ese capital humano carecía de profesionalización, que era una especie de diamante en bruto al que hacía falta pulir.

Fue entonces que Jorge y Óscar Lupercio, dos hermanos tapatíos que desde la década de los setenta sin tomárselo muy en serio incursionaron en el mundo de la moda, aprovecharon la situación. Recién llegaban de una estancia en el extranjero y supieron las necesidades del mercado.

Alentados por conocidos decidieron inaugurar la primera escuela agencia de modelos en la ciudad: Maniquí, pues ya contaban con las capacidades, los contactos y la experiencia necesaria para impulsarla. No obstante, lo hicieron con poco presupuesto, sin modelos, con publicidad de boca en boca y en un pequeño local ubicado en los cruces de avenida Niños Héroes y Chapultepec.

A 33 años de haber comenzado la historia, en la que han formado cientos de personalidades destacadas en esta industria, hoy Maniquí es la institución de su tipo con mayor tradición, arraigo y prestigio en el Occidente de México. Sus fundadores compartieron experiencias y puntos de vista para los lectores de Zona Diversa.

¿Cuál es o ha sido su vocación en la industria de la moda?

Jorge: Va a sonar petulante pero es una realidad. Cuando inauguramos la agencia no había en Guadalajara el profesionalismo que se requería en todas las áreas de la moda. Nosotros ya veníamos de Nueva York, de Europa, y contábamos con todo lo necesario para dar ese impulso. Se requerían fotógrafos, maquillistas y diseñadores que supieran de moda porque no tenían la información suficiente o no estaban actualizados en ese momento.

Óscar: Lo que siempre quisimos fue promover el talento local. Guadalajara es una ciudad con gente bella y talentosa, así que lo menos difícil para nosotros fue conseguir modelos. Lo que si tuvimos que hacer desde un principio fue profesionalizar a la gente para cubrir las exigencias que demandaba la industria.

¿Qué los distinguió del trabajo que se hacía en Ciudad de México?

Óscar: Quisimos romper los cánones de belleza de aquel entonces. La gente prefería modelos blancos. Les llamaban modelos triple A, que eran rubios y con ojos de color. Nos daba mucha risa porque hay una diversidad de belleza y colores de piel en todo México, y en Guadalajara ni se diga. Fue una lucha constante que tuvimos que emprender contra todos, incluyendo algunos diseñadores.

Jorge: Los modelos más altos del país los tuvimos aquí en Guadalajara. Tuvimos mujeres de 1.87 metros descalzas hermosas, espectaculares y hombres muy atractivos de más de 1.90. La agencia fue un parteaguas para la industria a nivel nacional porque no daban crédito de que en Guadalajara hubiera tanta belleza y diversidad. Por eso era común que siempre nos solicitaran modelos en Ciudad de México para los desfiles más prestigiosos, como los de Carolina Herrera, Oscar de la Renta o Christian Lacroix.

¿Consideran que hoy Guadalajara es una capital de la moda?

Óscar: Claro, porque es líder a nivel nacional. Se tiene la idea de que cuando algo en la industria es espectacular necesariamente tiene que ser de Guadalajara. Cuando ven a los grandes modelos que destacan en las pasarelas internacionales y saben que son mexicanos, dicen: “seguro son chicas o chicos tapatíos”. Y donde busques siempre es igual: maquillistas, diseñadores o lo que sea. Le va a chocar a cierta gente, pero, muchas de esas personas que ven triunfar en otras latitudes son originarias de esta ciudad.

Jorge: Sí lo es y para demostrarlo basta decir que, en cuanto al modelaje mexicano, Guadalajara es la ciudad que más talento exporta para la industria internacional. Son chicos que ya tienen una preparación mental y profesional para poder competir con los mejores del mundo. Los casos más famosos en este momento son Alfredo Díaz, uno de los chicos que trabajó en su primera intervención para Donatella Versace y Mariana Zaragoza, que es la estrella en las pasarelas internacionales y es lo máximo del modelaje en la actualidad.

Hay un debate cuando se considera la moda un arte, ¿qué opinan de esto?

Jorge: Para mí lo es porque despierta sentimientos muy fuertes. No necesitas saber de alta costura, ni de colores, ni de nada, simplemente la moda te mueve o estremece. Si cierta ropa de hombre o mujer me mueve las fibras y me hace voltear y quedar estático, es lo mismo que me sucede al mirar una buena fotografía, una pintura, una escultura o incluso escuchar una buena melodía.

Óscar: Claro que lo es. Y algo que me da mucho gusto es que algunos museos de la ciudad lo han comprendido y ya han hecho exposiciones muy interesantes dedicadas a la moda. Las hemos visto en el Museo de Arte de Zapopan y hasta en el Centro Cultural Cabañas. Pero no sólo la ropa puede ser arte, también los peinados, el calzado y hasta el maquillaje pueden llegar a serlo.

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