Es Lido Pimienta, la colombiana radicada en Toronto, uno de los personajes musicales del año. No sólo pesa a su favor la naturalidad con que se ha desenvuelto a lo largo de la pandemia, apareciendo en distintas redes —especialmente en Instagram— con una sencillez descarnada que incluso intimida a algunos. Sea como sea, Miss Colombia, el álbum que dio a conocer en 2020, se ha filtrado a incontables listas de los mejor del año y es a todas luces el disco que demuestra que haber ganado en 2017 el prestigiado premio Polaris —que “honra y recompensa artistas que producen álbumes de distinción en la música canadiense”—, no fue meramente un golpe de suerte.
Miss Colombia es un disco que concentra su atención en los sinsabores de las relaciones de pareja, cantado con la potencia de una voz que no puede eludirse y con una diversidad de recursos en los que destaca un creativo manejo de la electrónica. “Eso que tú haces no es amor”, reza el coro de una de sus canciones más sonadas. Reconocidos medios especializados como All Music, NPR y The Needle Drop’s, entre otros, han certificado su relevancia incluyéndolo en sus conteos de los mejor del año. “Es un álbum que no tiene miedo”, ha dicho ella.
Otra colombiana que dio uno de los mejores trabajos musicales del año es Ela Minus, cuyo acts of rebelion ha puesto en claro que su debut es uno de los más promisorios en el universo de la nueva música electrónica. Minus, cuyo nombre verdadero es Gabriela Jimeno, ahora radicada en Brooklyn, ha elaborado un disco de techno, plagado de capas atmosféricas y una actitud punk que atrapa a lo largo de sus once tracks, elocuente en “Megapunk” uno de sus cortes más poderosos rítmicamente. Compone letras en inglés como en español, lo que le permite destacar no sólo en el universo latinoamericano, también en el anglosajón.
Otra imbatible desde su arranque en la música es la chilena Fran Straube, ahora rebautizada como Rubio, quien desde sus días al frente de Miss Garrison ya daba pruebas de una musicalidad a toda prueba que muy pronto pasó del rock a la electrónica vía la autonomía. Mango Negro es su segundo trabajo, relevo al nivel de su debut (Pez, 2018). Se trata de un álbum de quince canciones elaboradas con minucia, vaporosas e intimistas muchas de ellas, a punto de trip hop, aunque más trepidantes otras, “Volver” es un ejemplo de esto último. Eso sí, todas salpicadas de beats juguetones y de una sensibilidad pop con personalidad muy propia. Baste escuchar también “Nudo” o “Tormenta del SXXI” para constatarlo.
La metamorfosis de la brasileña Céu se dio en 2016, en aquel álbum Tropix, cuando ella dejó atrás una sonoridad inclinada hacia una música orgánica, cercana en momentos a la bossa nova, para determinarse por un sonido más contemporáneo y diverso, marcado por acentos electrónicos. Apká!, su material de 2020, da continuidad a esta decisión, extrayendo de la misma canciones geniales que hablan bien de alguien que ha ganado a pulso un oficio indiscutible tras una cosecha de ya seis trabajos a la fecha. Uno de los álbumes destacados en Brasil y más allá de sus fronteras.
No es raro que esta entrega se concentré sobre todo en el trabajo de mujeres que han destacado en el horizonte musical iberoamericano de 2020, pero, con el fin de ofrecer un panorama más amplio, sumemos nombres de otros títulos también relevantes: Mandinga Times de la dominicana Rita Indiana; Lo que te falta y Sanación de las españolas Soleá Morente y María José Llergo respectivamente; el debut del trío de argentinas Triángula y Reflexión de las también colombianas Las Añez. En lo que respecta a compositores y grupos —equilibremos al menos un poco la balanza— allí están los brasileños Arnaldo Antunes y Kiko Dinucci con sus respectivos O Real Resiste y Rastilho, a la par de Basta de música del uruguayo Martín Buscaglia, Cantos de Ultramar del español Juan Perro y Cumbia Siglo XXI de los colombianos Meridian Brothers. De los nacionales ya hablaremos en otra entrega.