Este es un libro “dedicado a los que han perdido la cordura y la fe y se han sumergido en una depresión inmanejable; un libro que busca normalizar el recibir ayuda profesional cuando sientes que es tu vida la que se te está yendo de las manos” reza la descripción de Soy magia, soy valiente de Roxana Ramos.
Roxana es escritora, fotógrafa, estratega y locutora de Coatzacoalcos, Veracruz. Entre sus libros publicados se encuentran Ven te cuento un cuento (2018), Fin del cuento (2019) y Los cajones de mi alma (2020).
El libro, nació de la necesidad de contar su propia historia, “fue una depresión de dos años que me llevó a buscar ayuda y que busca hacer visible que la gente rompa tabúes y comience a pedir ayuda. Que normalicemos el que pedirla, buscarla y recibirla en el formato en el que sea, ya sea ir con un psiquiatra, un psicólogo, todo está bien, todo está permitido”, compartió en entrevista.
El tema principal explota en el tema por el abandono de un amor que no pudo ser, “pero del que se renace desde la vulnerabilidad. Se nos obliga y se usa mucho en estos tiempos decir: hay que sonreír, ser feliz y son discursos frustrantes porque no toda la gente puede sonreír. O tiene que obligarse a hacerlo para poder encajar. Nos hemos convertido en una sociedad demandante. Hace algún tiempo que la gente guardaba silencio y era más discreta con el pedir ayuda y recibirla. El día de hoy creo que el argumento cambiado un poco y ahora se utiliza el decir que la persona va al psiquiatra porque está loca. Es delicado porque creo que sí más personas, sobre todo en estos tiempos de pandemia, donde la vida nos cambió a todos de una manera abrumante, buscáramos la ayuda necesaria y correspondiente, evaluada por un profesional de la salud, estaremos mucho mejor en muchos sentidos e incluso se reflejaría en una mejor sociedad”.
Su mensaje se entrega además por medio de la prosa poética de la autora para contar en la mitad del libro “el dolor tan grande que viví y el tomar responsabilidad emocional de mi misma al no poder manejar una situación que nunca había vivido. Era un dolor que nunca había conocido y como me convencí de todo eso, la responsabilidad emocional y alzar la voz por ello. La otra parte del libro trata de todo el análisis que hice de cómo pude comprender, de cómo lo puedo aceptar, de cómo lo trabaje y de cómo no tienes que dejar de amar a alguien para poder estar bien y seguir andando”.
Comparte también la teoría de que “hay amores que nunca mueren. Creo plenamente que el olvido no existe, pero en el amor si puedes dejar de amar a muchas personas y hay otras que aprendes a vivir sin ellas aun amándolas todavía”. El libro trata de visibilizar la urgencia que hay por aceptar la vulnerabilidad, abrazarla, “no nada más con nosotros mismos, sino con la gente que nos rodea, ser más pacientes y demostrar un poquito más de atención a la gente que tenemos, en lugar de decirle échale ganas, sonríe, que nada apague tu sonrisa y esa bola de argumentos que nos tienen intoxicados el día de hoy. La otra parte es el alzar la voz por uno mismo”.
La autora nos deja con la reflexión que es correcto buscar ayuda “del tipo que sea y si la gente se identifica con ello desde su propio abandono o desde su propio valor, para mí el cometido con este libro está más el cumplido”.
LAT