En un espacio rústico e íntimo, que recuerda a una casa de campo con su chimenea, sus jarrones, sus artesanías, techo de tejas y pared de adobe se encuentra Aureo, un espacio que contrasta un ambiente campirano con una cocina contemporánea. John Bertrand, chef de Aureo explicó que se trata de una propuesta de cocina de experiencia, “nuestra base es un menú degustación, en un espacio íntimo y rústico de 8 a 10 personas por noche con reservación. Y la idea fundamental es la experiencia. Es un menú donde jugamos con los sentidos: con lo visual, el recuerdo, el tacto, las texturas, no sólo es llenarte el estómago. Y tenemos dos opciones de 6 y 8 tiempo, tierra, mar y un menú sorpresa. Los comensales vienen aquí a que los sorprendamos”.
La recomendación del chef es “dejarse llevar” y probar el “Menú sorpresa”, que consiste en seis u ocho platillos de temporada, que serán presentados en tu mesa por el chef. Nos sentamos, pues, y seguimos la recomendación.

En primer lugar, apareció el mesero con el primer platillo que se llama “La Bienvenida” y consiste en una “Margarita” de mandarina que viene “encapsulada” en una pequeña esfera que mide apenas medio pulgar y que tomas en un solo bocado. Por otra parte, viene un “Lego de foie gras”, que lleva ate de membrillo, nuez garapiñada con cremoso de frambuesa.
El segundo plato es su versión de aguachile de camarón que es una deconstrucción del platillo hecha con una paleta con una mezcla de aguachile cocida con limón, cremoso de aguacate, cebolla desflemada y tostaditas de gyoza junto a una pequeña paletita con sabor cítrico.
El tercer tiempo fue un tartar de res con aceite de chiles fritos, aderezo César, un mil hojas de queso Cotija y flor de calabaza en tempura. El cuarto tiempo fue un espectáculo visual, ya que se trata de una gordita de hamachi con mayonesa y chiles toreados que representa un paisaje marítimo lleno de neblina en el que vas a pescar y el platillo llega humeante, o más bien fresco, y lo tomas de unas pequeñas piedras, entre un pequeño mar de niebla.
El quinto es un tamal de pato confitado con salsa amartajada, ensalada de verdolagas con frijoles negros, queso Cotija y crema de rancho. Creo que este fue mi favorito.
Y para cerrar con broche de oro, el postre, fue una tarta de chocolate deconstruida con un mus hecho con tres técnicas distintitas. Va decorado con un soldadito de cacao, puré de frutos rojos, cajeta y menta.

Los platillos son pequeños, los puedes comer de un bocado, aunque al principio da miedo tocarlos porque están hechos tan estéticamente que da miedo romperlos, pero una vez en tu boca, vale la pena saborearlos ya que te producen una explosión de sabores, sin ser un experto, podría decir que activan todas tus papilas gustativas.
Este lugar lo recomendaría para tener una velada de pareja, ya que se trata de un lugar íntimo, cercano, con un ambiente cálido; música clásica de fondo; luz tenue, casi apenas iluminado por las velas; con un servicio de primera, ya que los meseros te atienden como rey y con un servicio y un menú personalizado y lleno de sorpresas.
Teléfono: 33 2167-7119 (es necesario hacer reservación. Cupo limitado de 10 personas por noche)
LAT